jueves, 10 de diciembre de 2009

Presa Hoover

Antes

Bureau of Reclamation, Lower Colorado Region / Department of the Interior.
Ahora
Durante la construcción de la Presa Hoover, situada en el Río Colorado, entre los estados de Nevada y Arizona (EE UU), uno de los muchos problemas a los que se enfrentaron los ingenieros fue debido al calor que produce la reacción química resultante de mezclar cemento y agua, la base del hormigón.
En total para construir la enorme presa se utilizaron más de 3,3 millones de metros cúbicos de hormigón, suficiente para construir una carretera de dos carriles entre San Francisco y Nueva York. Nunca antes entonces (en 1931, año del inicio de construcción de la presa) se había construido una estructura tan grande con este material. Los ingenieros calcularon entonces que si se vertía todo ese hormigón como una sola pieza, el calor procedente de la reacción –y las reducción del volumen de éste durante el fraguado, denominado retracción- destruirían la presa.
También calcularon que a temperatura ambiente el calor del interior del hormigón tardaría unos 125 años en disiparse, y sería suficiente para hacer millones de tostadas durante mucho tiempo, como más o menos comparaban en un reportaje de National Geographic Channel.
Para resolver esto se optó por aplicar dos técnicas novedosas para la época: primero construir la presa como una serie de bloques de hormigón relativamente pequeños, que se enfriarían más rápidamente y cuya retracción no repercutiría sobre el resto. Pero además, colocaron una serie de finas tuberías dentro de éstos –de unos 2,5 cm de diámetro– por los que hacían pasar agua del río previamente enfriada a unos 4 grados en una planta de refrigeración específica construida cerca de la presa. El agua fría se bombeaba por las finas tuberías que recorrían el interior de los bloques de hormigón acelerando el proceso de enfriamiento y reduciendo el tiempo desde los 125 años inicialmente calculados a unos pocos meses.
Según se enfriaban los bloques las tuberías de refrigeración se cortaban y se rellenaba de lechada. En total hicieron falta casi 1.000 kilómetros de tuberías (582 millas) para enfriar toda la estructura.
Actualmente el hormigón de la Presa de Hoover –que pesa 6,6 millones de toneladas– sigue fraguando, por lo que hoy ésta es más fuerte de lo que era cuando terminó de construirse hace casi 75 años.

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